Intrépido, insaciable y sujetivo

Así es el ser humano, en su afán de grandeza, es capaz de crear palacios, de destruir montañas, de causar tempestades, y una de las más fuertes en él, es la que lleva en su interio, esa fuerza inherente a su naturaleza. El saberse un ser desprotegido ante magnitudes mucho mayores, tiembla como cachorro asustado, pero golpea con la enegía de un trueno. Es la más tierna de las criaturas, y el más creativo de los personajes de este mundo.



Conozcamos un poco más los fantasmas internos que lo hacen rey y mendigo, que lo vuelven tirano y el más dulce de los seres.



18 de mayo de 2011

Olvera García Victoria Stephany

HABLEMOS CON LAS MANOS DEL AMOR
Penélope era una chica de 20 años, la cual vivía abandonada desde los 9 años, ya que sus padres habían muerto a causa de una tormenta que arrasó con la mayor parte del puerto cuando trabajaban cerca del mar. Sólo solían visitarla ocasionalmente los mercaderes que vivían cerca del puerto para llevarle algún presente, pues ella solía enseñar a los hijos de estos a leer, pero  principalmente la apreciaban porque solía ser una chica muy atenta, educada y amable, por lo cual los niños también la seguían mucho. La mayoría del tiempo aparentaba estar feliz, aunque por dentro estuviera sufriendo por no tener la compañía de sus padres en una etapa tan difícil de su vida.
Todos los días a media tarde solía sentarse en una banca del malecón, parecía esperar la llegada de alguien, sin embargo sólo miraba atentamente a las personas pasar. Transcurrían un par de horas y regresaba a su casa sola y con su cabeza llena de diversos pensamientos de soledad, aunque afortunadamente no todo eran cosas negativas. También imaginaba como sería experimentar el primer amor, pues solía sentirse muy inferior y fea, razón por la cual pensaba que este jamás llegaría. Lo que no sabía es que Abel, un chico aprendiz del arte del mimo todas las tardes en las que se sentaba en aquella banca la observaba detenidamente, esperando el instante para poder acercarse por un momento a ella. Pasaron algunos días hasta que se dispuso a hablarle. Al salir por varias semanas aquel chico la convenció en darle una oportunidad y demostrarle cuanto la quería en verdad.
Él pensaba poder hacer algo para que Penélope se sintiera feliz y protegida a su lado y se olvidará por algún momento de la pérdida de sus padres. Se le ocurrió pedirle a su maestro que ambos le compartieran y enseñaran lo que era ser mimo para que de esta manera lo practicaran juntos en las calles, y así aprender y mostrarle a los demás y a sí misma que los sentimientos podían ser más atractivos si se expresaban con gestos y movimientos corporales. Ella aceptó formarse en este ambiente  con el fin de penetrar y expresar a terceros lo que llevaba dentro y del mismo modo transmitir su historia de vida mediante el movimiento de su cuerpo.
Otro de los sueños de Abel era hacer una vida al lado de ella, sólo que había un detalle que era muy importante. Éste solía experimentar convulsiones desde que era niño, sucedía de manera esporádica, pero lo más conveniente era estar acompañado por si dicho incidente llegaba a ocurrir.
Cuando Penélope se enteró no le encontró inconveniente enfrentar juntos la enfermedad de Abel, al contrario aceptó gustosamente cuidarlo por el resto de su vida, con el fin de vivir el amor que jamás hubiera creído encontrar.
Iba de maravilla el proyecto que tenían entre los dos, aparte de trabajar juntos, se divertían y compartían infinidad de logros y fracasos, y por supuesto de miles de sonrisas regaladas por la gente. Todo parecía marchar bastante bien, incluso los espectáculos que presentaban eran muy aceptados por la gente. Pero la desgracia llego un día, en el que al estar en función Abel se cayó y comenzó a convulsionar. Ella no sabía qué hacer, todo paso en un instante, pareciera que hubieran sido sólo segundos, cuando Abel sólo  se despidió diciendo: “fuiste y serás el gran amor de mi vida, te estaré esperando” Penélope sentía que el mundo se derribaba y sólo lo despidió con un beso.
El maestro de mímica que tanto les había enseñado, al enterarse de la noticia, se derrumbó por completo, pues él veía  en aquel chico el hijo que alguna vez había dejado por ir en busca de sustento y al regresar en sus búsqueda jamás lo encontró.
Aquella chica que por mucho tiempo estuvo sola y un día había encontrado al amor de su vida sufrió mucho por aquella perdida, pero jamás se dejo caer, partió de aquel pueblo con el propósito de transmitir el arte de la mímica por el resto del mundo. 




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