Intrépido, insaciable y sujetivo

Así es el ser humano, en su afán de grandeza, es capaz de crear palacios, de destruir montañas, de causar tempestades, y una de las más fuertes en él, es la que lleva en su interio, esa fuerza inherente a su naturaleza. El saberse un ser desprotegido ante magnitudes mucho mayores, tiembla como cachorro asustado, pero golpea con la enegía de un trueno. Es la más tierna de las criaturas, y el más creativo de los personajes de este mundo.



Conozcamos un poco más los fantasmas internos que lo hacen rey y mendigo, que lo vuelven tirano y el más dulce de los seres.



18 de mayo de 2011

Páez Esparza Christian Enrique

“Cinco minutos”

Cinco minutos y el tiempo pasa en cuenta regresiva, en cinco minutos va a empezar mi programa de televisión favorito, pero antes necesito ir a la tiendita de la esquina y comprar alguna botana para estar a gusto. 

Lo vi mientras daba la vuelta a la esquina,  corrí para confirmar lo que ya me había imaginado desde hace más de tres meses, tal vez ya lo sabia, pero mi mente no quería aceptarlo, vi a mi padre, muy elegante como siempre, saco negro, camisa blanca, corbata, zapatos brillosos, acompañado de una mujer muy joven, casi podría ser mi hermana, estaba embarazada, y cargaba una mochila escolar. Le grite mientras abordaban un taxi, pero mi padre nunca quiere escucharme, creo que no lo haría ni por accidente.

En la tienda, en lugar de frituras me compre un cigarro, yo que estaba orgulloso al tener más de medio año sin fumar, volví a mi casa, entre con el cigarrillo encendido, cruce el recibidor, la cocina, la sala, encontré a mi madre en mi cuarto esculcando mis cajones y me moleste demasiado, dije cosas de las que me arrepiento, ella vio el cigarro e igualo mi tono de voz, tome el dinero que había estado ahorrando para festejar el cumpleaños de mi novia y salí a toda velocidad. 

Cuando llegue a la casa de mi amigo juan me abrió la puerta su hermana mariana, un años más grande que yo, con el cabello pintado de color rojo pasión, siempre la e visto con faldas cortas, sandalias y blusas pequeñas, dice que juan no esta, pero yo se que el es el único que escucha la estación de radio que esta sintonizada y solo juan pondría tan alto el volumen. Mariana esta nerviosa, pero por qué, de pronto se apago la radio y pude escuchar la voz de juan gritando el nombre completo de Karla, Karla Frida Oropeza Andrade,  no pude creerlo, mi novia estaba peleando con mi mejor amigo; mi novia estaba dentro de la casa de mi mejor amigo. Escuche gritar a mi novia y decidí entrar a toda prisa, entre en el cuarto justo al final de la pelea; justo al momento que se besaban para firmar el pacto que arreglaría la discusión; entre y el radio opaco el sonido de la puerta, creo que eso fue lo peor, ese beso provoco que mis rodilla temblaran, mi garganta se cerro y me tarde en gesticular lo suficiente para darles el tiempo de comenzar a desnudarse frente a mi mirada atónita; lo raro fue que mi atención se desvió por la televisión que estaba encendida en el cuarto de Juan, entre el radio y la televisión tan cerca no se distinguía ningún sonido, pude ver que estaba el canal siete, un programa sobre como bajar de peso y sin hacer ejercicio, con una conductora tan delgada que me produjo asco, por fin logre gritar: “Juan, eres un mierda”  y  “ pinche Karla culera”. Mariana solo me miro a los ojos y me pidió perdón por no habérmelo dicho ella, me beso y me dijo, (con esa voz tan dulce que en mis años de secundaria me había hecho soñar), “todo va a estar bien”

No quería regresar a casa, ahora no contaba con Juan y mucho menos con Karla, mis otros amigos solo estaban disponibles para las fiestas, las borracheras, las drogas, no para escuchar mis problemas. Me puse a recordar cuando estaba en la secundaria, ahora toda esa época me parecía mágica, los amigos, las amigas, los profes, las pintas, el grafiti, los castigos corriendo alrededor de la cancha de fut, visitar el salón de Mariana para verla sonreír cuando sus maestros me corrían de la clase. Recordar lo bueno cuando te pasan cosas malas te da la seguridad de que mejores cosas vendrán el día de mañana.

Sólo existía un logar a donde ir para sentirme un poco mejor, y llegue caminando casi sin darme cuenta, ese lugar era mi vieja secundaria 36, siempre al salir de clases me quedaba más de una hora con mis amigos enfrente de la escuela, en la sombre de un árbol de jacaranda, de vez en cuando compramos cigarros y los fumamos en secreto. Recordé tantas cosas, tantos momentos felices, tantos juegos, tantos amigos, la mayoría de ellos ya no estudian,  y cinco minutos después comencé a recordar todo lo que llegue a hacer a mis novia, engaños, mentiras, recordé como lloro María cuando se entero que bese a su amiga Karen en una excursión, como lloro Guadalupe cuando la deje abandonada en una fiesta por ir a drogarme con mis amigos, recordé tantas cosas. Y después de recordar lo bueno y lo malo, curiosamente, me sentí diferente, no bien, no mal, solo diferente.

Camine a casa, en el camino encontré a mi padre, simplemente lo esquive y no quise escuchar sus motivos, ya no me importaban, después apareció Karla y Juan, yo abrase a mi amigo y después abrase a mi ahora amiga (espero). Llegue a mi casa y le pedí una disculpa a mi madre, ella siempre me a apoyado, me escuchaba cuando le contaba secretos de niño, y me escucharía ahora y cuando fuera, tal vez sin entenderme, pero con la mejor intención. Entre a mi cuarto justo para ver que mi televisor estaba encendido y se terminaba mi programa favorito.

Sonó la puerta, abrí y era Mariana, estaba llorando, no pregunte nada, la abrace y llore con ella.



“. Recordar lo bueno cuando te pasan cosas malas te da la seguridad de que mejores cosas vendrán el día de mañana”

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